¡Rompe las etiquetas, libera a la persona que realmente eres!
Vivimos en un
mundo de nacionalización y racionalización. Un mundo en el que todo, cada persona
y cada evento, lleva una etiqueta o incluso varias a la vez.
Y a veces estas se
convierten en un peso que se hace difícil de llevar para lograr avanzar. ¡Pero ha
llegado el momento de acabar con ese sistema y recuperar la libertad para ser nosotros
mismos!
¿Qué es una
etiqueta?
Considero a las
etiquetas como indicadores de quiénes somos. Se establece una etiqueta para
definir un elemento clave que surge de una situación o el comportamiento de una
persona. ¡A veces vienen de la infancia y continúan extendiéndose a través de
nuestras vidas! Y todos conocemos este proceso de etiquetado... "Este niño
es desobediente, impaciente y salvaje" o "eres sentimental",
"eres matemático pero no literario". Etc…
Estas pequeñas
frases, opiniones o juicios nos clasifican en una categoría. Como si fuera
absolutamente necesario marcar a cada individuo para comprenderlo mejor y
posicionarse mejor delante de él. Nuestra sociedad actual nos ofrece este
modelo de operación. Divide y organiza las individualidades agrupándolas en
categorías definidas por las etiquetas seleccionadas. ¿Es este un método
correcto...? Es sin embargo en base de este modelo que desarrollamos nuestro
modo de vida.
El poder de una
etiqueta.
Todos usamos
etiquetas a veces incluso sin darnos cuenta. Nos acompañan en cada momento e
influyen en nuestras acciones y nuestros pensamientos. Tomar conciencia de su
poder es un primer paso para comprender cómo afectan lo que somos. ¡Tienen
poder infinito! Una etiqueta es una vibración en la piel que contiene nuestra
energía y nos pinta de un cierto color. Una etiqueta es un canal de energía que
moldea nuestros pensamientos y creencias inconscientemente y continuamente.
Como resultado,
una etiqueta influye y a veces redefine quiénes somos. Actúa como imán
energético: atrae, moviliza y transforma nuestra energía básica. Finalmente una
etiqueta nos lleva a lo que representa y cierra la puerta a todos los otros
potenciales que poseemos. Si me definen como impaciente, no puedo ser paciente
y tal vez debido a esto, no voy a ser paciente.
Concentrarnos en
nuestro potencial
Cuando aceptamos
una etiqueta, para nosotros mismos o para otros, ya no damos valor al
potencial. Cerramos la puerta a un universo de posibilidades. Sin embargo, sabemos
que tenemos múltiples recursos dentro de nosotros. Pero, para que estos
recursos se expresen, debemos permitirles que puedan existir. Poner una
etiqueta en otra persona o en uno mismo es cerrarse al poderoso campo de energía
de la vida.
Separarnos de
nuestras etiquetas es abrir la puerta a nuestro verdadero ser. Es darnos la
oportunidad de estar dentro de todas nuestras dimensiones. Es ser capaz de
salir finalmente a la reunión de lo más veraz y justo y que es lo que realmente
significa. Somos seres de inmensurable riqueza. ¡Nunca dudes eso!
Al tomar
conciencia del poder de esas etiquetas que circulan constantemente en y
alrededor de nosotros, podemos recuperar nuestra libertad de ser. Por otra
parte, podemos ofrecer uno a otro el mejor regalo que existe: y que este sea sin
límite. Tenemos la capacidad de ver las cosas en su totalidad. Tenemos la
capacidad de ver a otros seres en su totalidad. Tenemos la capacidad de abrir
puertas con nuestra luz interior y lograr todo nuestro potencial. Tenemos la
opción de ser.
Evolucionamos en
cada momento
Estamos en constante
proceso de evolución. No importa qué camino tomemos, cambiamos y nos
transformamos a través de nuestras experiencias de vida. Las etiquetas que
usamos pueden retrasarnos, nos impiden vivir plenamente nuestro camino o incluso
lo pueden deformar. Sin embargo, la belleza de nuestra existencia radica en las
sorpresas de la vida y nuestra capacidad de transformarnos. Una etiqueta nos hace
estáticos. Más, no somos seres fijos. Esas etiquetas no necesitan acompañarnos.
Hay que crear una nueva piel y deshacérsenos de eso que no es!
Reformar con honestidad
Prestemos mucha
atención a cómo hablamos de nosotros mismos y como hablamos de otros. Entendamos
que no somos lo que decimos y no somos lo que se dice de nosotros. Todas estas
etiquetas que se propagan por el habla pueden desaparecer o ser disueltas por
la magia de nuestra benevolencia y honestidad. Digamos, "no soy terco,
puedo expresar mis convicciones con fuerza. No soy sentimental, me gusta estar
envuelto con mis emociones en mi vida cotidiana".
Descubrir el
potencial y nuestros propios recursos
Necesitamos
revisar las etiquetas que conforman nuestra personalidad actual. Tomemos una
hoja de papel para anotar cada una de estas palabras o imágenes que nos
acompañan. Seamos espontáneos y no aceptemos limitaciones. ¡Quica la lista sea
larga! Y cuando todo lo que aparentemente nos defina se haya vertido, en cada
uno de los puntos de la lista, acabemos por ponernos en una situación en la cual
no respondemos a la etiqueta mencionada. Por ejemplo; ¿Nos consideran
impacientes? Para contrarrestarlo, tenemos que volver atrás y encontrar dentro
de nuestro historial de vida un evento en el que hemos sido pacientes.
De tal manera y
entonces, podremos ver que esas etiquetas no son justas y que no nos pueden
definir. Es aquí donde nuestra mente inventiva tendrá un lugar para actuar: Preguntemonos;
¿qué otros recursos, cualidades o potencialidades tenemos que podríamos
expresar? Así es que digamos por ejemplo: “No soy impaciente porque sé cómo ser
paciente. Tengo paciencia conmigo mismo. Puedo esperar y permanecer tranquilo”,
y así sucesivamente.
¡A la salud de nuestras
plumas!
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